martes, 12 de junio de 2007

El día que me quisiste


Tus ojos fueron el puerto de mis deseos.
Sembrando silencios en el eco de tu boca, me fui vistiendo de soledades llenas de tu risa y así anduve siempre buscando.
Eternizaba tu nombre cada noche en lo más prohibido de mis ansias y te recostabas en el hueco que quedaba entre mi sueños y mi alma.
Qué es lo que no hubiese dejado por tu amor, si hasta mi pasado entero y mi futuro incierto lo dejé a tu criterio...
Hubiese dejado todo, menos a ti.
El día que me quisiste, no hubo sol ni luna...
Mis ojos no se perdieron en los tuyos, pues ellos al fín descansaron en mí.
El día que me quisiste se desprometieron las promesas y no hubo que inventar esquinas donde los besos crezcan.
Tan eterno como efímero fue sentirte mía, que aún palpita en mi sangre tu ley y mis manos llevan la línea de tu vida ya perdida...
Perdida para este corazón, que de tanto correr para alcanzarte, quedó latiendo en el asfalto de tu silencio.
El día que me quieras, la primavera mentirá un verano, la noche se hará tarde muy temprano...
Tanto que enfermarán de otoño los inviernos. Y mientras espero ese día, sigo buscándote... Hasta el día que vuelvas a quererme.

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