domingo, 11 de marzo de 2007

La muerte


Y "ella", insistente, incansable, obstinada... nos da esos golpes, que nos llenan de tristeza y desazón.
Cuesta aceptar que llegó hasta sus puertas, y tal vez, sin pedir permiso, se sentó junto a ellos convirtiéndose en su invitada de honor.
Supiera uno ¿qué habrán conversado?, qué argumentos habrá utilizado, para que sin titubeo alguno, hayan aceptado su invitación a acompañarla.
Marcharon tras ella. Vaya a saber como lo hicieron ¿contentos, inquietos, apenados?
¿Les habrá prometido algo? ¿O simplemente los convenció de que en su grata compañía todo sería mejor?
No sé, pero... ellos, con "ella" se fueron.
Nosotros, los que los quisimos tanto, los que aún los recordamos, no encontramos respuestas al "¿por qué?" o al "¿qué pasó?" y solo nos queda esta tristeza inmensa.
Ya no están... pero siguen estando. “Ella” ganó su batalla, siempre tiene el triunfo asegurado.
Pero... hagámosle conocer una gota de derrota, al mantener intacto en nuestros corazones el recuerdo de aquellos que tanto quisimos y "ella" nos arrebató.
Muerte... a ti!!!... no te temo!!!. Sé que algún día golpearás mi puerta.
Te dejaré pasar y sentados frente a frente, me convencerás de que debo acompañarte, y estoy seguro que partiré contento, porque mi ciclo ya lo he cumplido, pero...
Más que nada partiré dichoso, porque dejé mis huellas y estoy segura que siempre alguien en una estrella me buscará y un humilde ramito de violetas o jazmín sobre mi tumba, en su idioma de fragancias diferentes, te dirán:
"Tu... te lo llevaste... pero alguien... lo sigue queriendo."

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